La munícipe de Puebla en un arranque dictatorial, Claudia Rivera, emprendió una batalla política con la finalidad de prohibir las corridas de toros en la capital poblana. El asalto final fue fechado el día de ayer, cuando el cabildo le regresó un poderoso gancho para dejar su propuesta tan fría como su administración.
Es lamentable que los derechos de los taurinos se usen como moneda de cambio en los políticos holgazanes, quienes en un momento oportuno de su carrera (casualmente cerca de elecciones) quieran acreditar cierto “trabajo” y sobre todo llamar a los reflectores; son tan espigados en sus limitaciones que hasta para impulsar sus propias iniciativas son torpes.
Las pretensiones de Claudia encontraron a una sociedad taurina poblana bien organizada, incluso encontró una hermandad taurina en todo el país que apoyó en todo momento a los ciudadanos afectados, e incluso encontró respuestas globales, por ejemplo, el distinguido filósofo francés Francis Wolff, catedrático emérito de la Universidad de París le hizo llegar una carta y múltiples figuras del toreo españolas, francesas, colombianas y peruanas hicieron público su rechazo.
Otras declaraciones importantes fueron las de Miguel Barbosa, el gobernador respaldó a la tauromaquia y rechazó el intento de prohibición; pero, festejar estas declaraciones puede ser muy peligroso pues significa caer en el juego y respaldar la politización del toreo: la tauromaquia se tiene que defender desde los derechos de la ciudadanía y desde la legalidad que nos respalda, no desde la voz de algún político.
La alerta no cesa, muy al contrario, pues, con seguridad y conforme pasen los años ésta batalla en contra de los derechos de los profesionales y aficionados al toreo se irá repitiendo por todo lo largo y ancho del país. Será tarea de los ciudadanos y organismos taurinos seguir el camino de la organización poblana y sobre todo enfatizar en la labor jurídica. Se tiene que dar continuidad a sentencias emitidas para lograr jurisprudencia y encontrar los mecanismos necesarios de protección. Solamente de esa manera se abrirán las grandes alamedas -que decía Allende-, por donde pase el hombre libre (al caso hay que sustituirlo por: el taurino libre).
Ojalá los habitantes de la capital poblana rectifiquen su rumbo y se manifiesten en los siguientes comicios ante este grave atropello a la legalidad, ya no por el hecho de ser taurinos o no, es preocupante a todas luces el actuar autoritario de la señora Claudia Rivera, quien encaprichada y lejos del concilio demócrata actuó formulando pretensiones inconstitucionales que atentan contra los derechos humanos, si en todos los rubros de su administración procede de semejante manera, la seriedad no es poca.
Claudia Rivera perdió la batalla, pero no la perdió del todo. De repente se posiciona y se habla de ella a nivel nacional e internacional, justo cuando busca la reelección a su cargo: ay, qué fácil y qué redituable para los políticos gandules resulta pegarle a los toros.